BISHOP SERRATELLI'S STATEMENT ON THE PENNSYLVANIA GRAND JURY REPORT
The Pennsylvania Grand Jury Report issued on August 14, 2018 was profoundly upsetting to every person of good will. The abuses described in the report are criminal and morally reprehensible. They show a heartbreaking departure from our fundamental belief in the dignity and value of every child.
In the words of our Holy Father Pope Francis, we "acknowledge and condemn, with sorrow and shame, the atrocities perpetrated by consecrated persons, clerics and all those entrusted with the mission of watching over and caring for those most vulnerable. Let us beg forgiveness for our own sins and the sins of others." I personally am heartbroken at the pain so many have experienced because of these incidents, especially that of our children.
As a Church, we are called to provide an environment where our children and all encounter leaders who exemplify God's commandment to love and protect the most vulnerable. The Church today has and continues to learn hard lessons from its past, as we hold accountable abusers and those who permitted these abuses to occur.
The Pennsylvania report details abuses before the early 2000s. This Grand Jury's conclusions are consistent with previous studies showing that the 2002 reforms adopted by the Catholic Church in the United States drastically reduced the incidence of clergy child abuse. The Holy See encourages continued reform and vigilance at all levels of the Catholic Church, to help ensure the protection of minors and vulnerable adults.
New Jersey's Catholic dioceses have made concrete changes and reforms. Today we have conducted some 380,000 criminal background checks of all diocesan and parish personnel who have regular contact with minors. In addition, all Catholic dioceses have integrated a comprehensive program of reporting abuse to civil authorities, compensating and counseling victims, and implementing rigorous protocols and training for more than 2.3 million clergy, employees, volunteers and children. In our diocese, we have reported every single accusation of child abuse to prosecutors since the 2002 memorandum of understanding was put in place by the State of New Jersey with the bishops. We do not investigate ourselves.
We cannot undo the actions of the past, but we continue our efforts to protect our children. We thank law enforcement agencies, child protection advocates and victims themselves who have helped us move beyond compliance to creating the safest environments for learning and worship. We are deeply thankful for those who have joined our efforts to extend both healing and hope to every victim and their family. I, along with the bishops of New Jersey, renew our commitment to protect our young and to foster healing and seek forgiveness.
As your bishop, I understand your pain and your anger. It is real. Our faith is in the Jesus who has chosen to make the Church a sign and instrument of salvation. Even though sin may weaken our trust in the Church, we are called to work with the Church to make dramatic and necessary changes in her leadership and practices so that the Church truly be what Christ intends.
We need your prayers, your challenges, and your ideals. We need your faith. May God give us the grace to do his will and to be his holy people.
Sincerely yours in Christ,
Most Reverend Arthur J. Serratelli, S.T.D., S.S.L., D.D. Bishop of Paterson ______________________________
El Reporte de la Corte suprema de Pennsylvania emitido el 14 de agosto de 2018 fue profundamente molesto para cada persona de buena voluntad. Los abusos descritos en el reporte son criminal y moralmente reprochables. Ellos muestran una desgarradora desviación de nuestra creencia fundamental en la dignidad y el valor de cada niño/a.
En las palabras de nuestro santo Padre, el Papa Francisco, "Es imprescindible que como Iglesia podamos reconocer y condenar con dolor y vergüenza las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables. Pidamos perdón por los pecados propios y ajenos" (Carta del santo Padre Francisco al pueblo de Dios, 20 de agosto de 2018). Personalmente estoy desconsolado por el dolor que tantos han experimentado a causa de estos incidentes, especialmente por nuestros niños.
Como Iglesia, se nos llama a proporcionar un ambiente seguro en donde nuestros niños y todos nosotros encontremos líderes que ejemplifiquen el mandamiento de Dios de amar y proteger a los más vulnerables. La Iglesia hoy ha aprendido y sigue aprendiendo de estas duras lecciones del pasado, ya que responsabilizamos a los que cometen estos abusos y también a aquellos que permiten que ocurran estos abusos.
El Reporte de la Corte suprema de Pennsylvania detalla sobre abusos cometidos a inicios de la década del 2000. Las conclusiones de este Gran jurado son consistentes con estudios previos que demostraron que las reformas del 2002 adoptadas por la Iglesia católica en los Estados Unidos, drásticamente redujeron la incidencia de abuso infantil por parte del clero. La Santa Sede alienta a la continuación de la reforma y a la vigilancia en todos los niveles de la Iglesia católica, para ayudar a asegurar la protección de menores y adultos vulnerables.
Las diócesis de Nueva Jersey han hecho cambios y reformas concretas. Hoy hemos realizado unas treinta y ocho mil (38.000) verificaciones de antecedentes penales de todo el personal diocesano y a nivel parroquial, que tenga contacto directo con menores de edad. Además, todas las diócesis católicas han integrado un programa comprensivo y exhaustivo para reportar abusos a las autoridades civiles, para la compensación y consejería de las víctimas y para implementar rigurosos protocolos y capacitación a más de 2.3 millones de personas entre el clero, empleados, voluntarios y niños. En nuestra diócesis, hemos reportado cada acusación de abuso de menores a fiscales locales desde que se estableció el memorando de entendimiento de abuso a menores en el 2002, puesto en marcha por el Estado de Nueva Jersey junto con los obispos. Nosotros no investigamos por si solos.
No podemos deshacer las acciones del pasado, pero si podemos continuar nuestros esfuerzos de proteger a nuestros niños. Agradecemos a los organismos de seguridad, a las fuerzas del orden, a defensores de protección infantil y también a las propias víctimas, quienes nos han ayudado exitosamente a ir más allá del cumplimiento de las reglas, creando ambientes más seguros para el aprendizaje, el culto y la adoración. Estamos profundamente agradecidos con aquellos que se han unido a nuestros esfuerzos para ofrecer sanación y esperanza a cada víctima y a su familia. Me uno junto a los obispos de Nueva Jersey, para renovar nuestro compromiso de proteger a nuestros jóvenes y de fomentar la sanación y buscar el perdón.
Como su Obispo, comprendo su dolor y su rabia. Es una realidad. Nuestra fe es en Jesús quien ha elegido hacer de la Iglesia un símbolo e instrumento de salvación. A pesar de que el pecado debilita nuestra confianza en la Iglesia, se nos llama a trabajar con ella para hacer cambios dramáticos y necesarios en su liderazgo y en sus prácticas para que la Iglesia verdaderamente sea lo que Cristo quiere que sea.
Necesitamos de sus oraciones, de sus retos e ideales. Necesitamos de su fe. Que Dios nos conceda la gracia de hacer Su voluntad y de ser Su pueblo santo.
Sincerely yours in Christ,
Most Reverend Arthur J. Serratelli, S.T.D., S.S.L., D.D. Bishop of Paterson